Miércoles, 02 de abril 2025
Recientemente, diversos titulares en prensa han generado debate sobre la nueva recomendación de Francia de eliminar progresivamente la soja y los alimentos a base de soja de los menús de restauración colectiva, como las escuelas y hospitales. La decisión de la agencia de salud francesa (Anses) se basa en las preocupaciones sobre las isoflavonas. ¿Pero, cómo afecta esto realmente a la salud?
La soja es una importante fuente de proteína vegetal, especialmente para vegetarianos, veganos y para quienes buscan reducir el consumo de carne. La Agencia para la Alimentación, el Medio Ambiente y la Seguridad y Salud Ocupacional (Anses) de Francia ha recomendado eliminar progresivamente la soja y los alimentos a base de soja de los menús de restauración colectiva, como los de escuelas, hospitales y residencias de ancianos. Esta decisión se basa en las preocupaciones sobre los niveles actuales de ingesta de isoflavonas, un compuesto endocrino activo que abunda en la soja, y sus posibles efectos en las funciones hormonales.
El Consejo Europeo de Información sobre Alimentación (Eufic) ha analizado el citado informe y resumido los puntos clave del mismo para saber qué hay o no de verdad en todo lo publicado.
El estudio detrás de los titulares
Las isoflavonas son compuestos naturales presentes en las plantas, siendo la soja y los alimentos derivados de ella –como el tofu, el tempeh y las bebidas de soja– fuentes especialmente ricas. Pertenecen a un grupo de sustancias llamadas fitoestrógenos, lo que significa que tienen una estructura similar a la del estrógeno, la hormona que se produce de forma natural en el cuerpo humano. El estrógeno es una hormona sexual que desempeña un papel clave en muchas funciones corporales, incluyendo la pubertad, el ciclo menstrual, el embarazo y el mantenimiento de la fortaleza ósea.
Debido a que las isoflavonas son químicamente similares al estrógeno que produce nuestro cuerpo, pueden unirse a los receptores de estrógeno –las partes de nuestras células que responden a esta hormona. Sin embargo, su efecto no es siempre igual al del estrógeno. Dependiendo del tejido con el que interactúan, de la concentración en sangre o incluso de los niveles de otras hormonas sexuales, las isoflavonas a veces pueden imitar los efectos del estrógeno y, en otras ocasiones, bloquearlos. En otras palabras, actúan como el estrógeno en algunas partes del cuerpo, pero lo contrarrestan en otras. Esta característica implica que las isoflavonas pueden tener efectos distintos (beneficiosos, perjudiciales, neutros, etc.) según la cantidad ingerida, la edad, el sexo y los niveles hormonales generales de cada persona.
Anses evaluó los riesgos de las ingestas dietéticas de isoflavonas mediante varios pasos estandarizados y concluyó que la exposición regular a las isoflavonas de la soja podría representar riesgos para la salud pública en Francia. Algunas de las recomendaciones del estudio han sido que: