Miércoles, 30 de octubre 2024
En Berlín, una empresa adjudicataria de un contrato de comedores escolares no pudo cubrir con sus compromisos y dejó a miles de estudiantes sin comida en el inicio del curso escolar 2024/25. La falta de recursos y problemas logísticos de la adjudicataria han generado fuertes críticas, tanto en los medios como de la clase política. Mario Cañizal, experto en hostelería y colaborador frecuente de esta revista, relata el incidente.
Para reconocer lo mucho y bueno que nos rodea en materia de restauración colectiva en España, nada mejor que asomarse al exterior y observar el comportamiento del sector, por ejemplo, en los países de la UE. En esta ocasión veamos lo que ha sucedido recientemente, en los comedores de los colegios públicos de la ciudad de Berlín. Capital de Alemania, pero se dice, también de Europa.
Pues bien, en las últimas semanas, parte de sus alumnos se han quedado sin comer, en este comienzo de curso escolar 24/25. ¿El motivo? Una falta de planificación de los dirigentes políticos (en Alemania gobierna el llamado semáforo tripartito, aliñado con pequeños partidos) a nivel de lander y municipalidad, incapaces, en los plazos necesarios de tiempo, de legislar (desean implantar la dieta planetaria) y elaborar un concurso público ad-hoc, para alimentar a cerca de 40.000 bocas, en poco más de un centenar de colegios.
La empresa adjudicataria, 40 Seconds, que ganó el habitual concurso, ha sido incapaz de servir las comidas, de acuerdo con los compromisos adquiridos, por falta de cocinas, personal y transporte para su distribución. La VDSKC, asociación alemana de hostelería escolar, ya había advertido de que, una empresa que daba 5.000 comidas diarias a colegios no tendría capacidad suficiente, para ofrecer 40.000.
40 Seconds, como disculpa, alude a que las fechas de convocatoria y adjudicación del concurso fueron tardías y que su competencia ejerció cabildeo, para intentar que no se llevaran el concurso, proponiendo que, las adjudicatarias del curso pasado, vieran prorrogados sus contratos.
El caos ha llegado a los medios de comunicación y la clase política, en especial la oposición, que han cargado contra los responsables del dosier, ya que ha habido centros donde la comida nunca llegó. Lo hizo en sólo en dos ocasiones de las cuatro previstas a la semana, o bien fue rechazada por la dirección de algunos colegios, por llegar en mal estado y no cumplir las normas de higiene y seguridad alimentaria que exige la DGE.
¿La solución? Buscar empresas de la competencia que sirvan donde se le arrebató a la adjudicataria el centro, o acudir a pizzas y sándwichs para que los escolares puedan comer. 40 Seconds se ha quedado con el servicio a 25.000 bocas de las 40.000 a las que estaba obligada a atender.
Por otra parte, esta empresa ha de devolver a muchas familias los ingresos que debían pagar por las comidas de sus hijos (en Alemania son gratuitas sólo hasta el sexto grado); 150 euros que anticiparon para las seis primeras semanas de servicio, y actualmente se encuentran con falta de liquidez para atender tal obligación.
El escenario ha llevado a algún concejal de uno de los distritos del ayuntamiento de Berlín a terminar por reconocer que era mejor llegar a “un final con horror –(acudir al snacking)– que a un horror sin final”, emitiendo un mea culpa, sobre algo que no debe volver a ocurrir.
Puede que, en alguna población de nuestro estado de las autonomías, hechos como los acaecidos en Berlín hayan sucedido ocasionalmente en el pasado. Pero que en la llamada ‘capital de una nación económicamente fuerte’ coincidan tantos despropósitos, puede servir para considerar que no es oro todo lo que reluce en sociedades más adelantadas que la nuestra. Podemos presumir de que los colegios en España poseen un sólido y experimentado servicio de comedor, ya sea mediante la autogestión o la concesión… y en nuestros colegios no hace falta la dieta planetaria porque tenemos, y a mucha honra, la mediterránea.