Lunes, 13 de febrero 2017
A raíz de la carta que mandó Ceapa al Gobierno para que se prohibiese el uso del panga del menú escolar se han publicado, con más o menos acierto, muchas noticias y opiniones en todos los medios. Aquí os dejamos una reflexión de Lucía García, responsable de los departamentos de Nutrición y Calidad de Combi Catering, empresa que no sirve panga desde hace unos siete años, porque no encaja dentro de su filosofía de empresa y proyecto de comedores saludables y sostenibles.
El panga es un pez asiático, originario de los ríos Mekong y Chao Phraya. Actualmente se cría en piscifactorías, siendo Vietnam el productor del 90% del panga que se consume en todo el mundo, criándolo en granjas acuícolas a lo largo del río Mekong, uno de los más contaminados del mundo.
Sobre el 2004 comenzó a consumirse mucho panga en España, sobre todo por ser un pescado libre de espinas, por lo que además su consumo se centralizó sobre todo en colectivos como los comedores escolares, escuelas infantiles… En el año 2006 un documental francés mostraba las condiciones de su procedencia y de su cultivo. La supuesta peligrosidad de su consumo se debía a que, en ese momento, se creía que el panga era una de las especies que más metales tóxicos acumulaba. Fue en 2008 cuando la situación fue más alarmante cuando algunas asociaciones de pescadores y detallistas españoles comunicaban la posible toxicidad del panga que venía de Vietnam. En 2009 el Ministerio de Sanidad aclaraba que los niveles de contaminantes del panga que entraba en España cumplía con los criterios de seguridad de la reglamentación europea y, por tanto, no suponía un riesgo para la salud.
Es en 2010 cuando desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) se analizan varias muestras de panga; el resultado, en cuanto al contenido en mercurio, fue que contenían una cantidad lo suficientemente elevada como para incluirlo en la lista de pescados que se suelen considerar como fuente de mercurio, en la que están otros pescados como el atún y el emperador. Por esto, desde la OCU se considera que el panga debe incluirse en la anterior lista y se recomienda que no se consumas más de una vez por semana.
Pero es cierto que, además del mercurio, se detectaron restos de un herbicida, la trifluralina, que está prohibida en Europa. Respecto a los residuos de trifluralina esto es lo que dice la Agencia Española de Seguridad Alimentaria: “en relación a la presencia de residuos de trifluralina, hemos de comentar que es una sustancia activa con acción herbicida cuyos usos no están autorizados actualmente en la UE, no por cuestiones de seguridad al consumidor sino especialmente medioambientales, dada su persistencia en el medio marino, su bioacumulación y su toxicidad para los peces. Respecto a los peligros para los consumidores que pueda entrañar su presencia en el pescado, debemos decir que los expertos de la UE (EFSA) coinciden en que es una sustancia que no tiene efectos tóxicos preocupantes a corto plazo por su ingesta. Realizando una evaluación del riesgo asociada a la ingesta crónica de pescados con los residuos detectados en la publicación, y teniendo en cuenta la composición actual de nuestra dieta, se verifica que el consumo de pescado (todas las especies) con niveles hipotéticos de trifluralina al nivel más alto encontrado no supondría ni el 1% de la Ingesta Diaria Admisible para esta sustancia (es decir, la cantidad máxima de esa sustancia que se podría consumir a diario a lo largo de la vida sin que se aprecien efectos adversos sobre la salud)”.
Deberíamos reflexionar más allá del consumo de panga en los menús escolares
Entonces, ¿en qué quedamos con el panga y la seguridad de su consumo? Pues en que como consumidores, no lo tenemos nada claro…
En el pasado mes de enero vuelve a saltar el tema a partir de un documental en una cadena de televisión sobre su forma de cría en Vietnam y, lo que sí queda de manifiesto, es que sea o no seguro su consumo lo que no es, es sostenible. Esto ha llevado a que desde diferentes sectores se pida su retirada de los comedores escolares, inquietud que entiendo perfectamente.
Pero creo que debemos reflexionar un poco más y plantearnos los sistemas productivos intensivos y su repercusión medioambiental, que de una forma u otra puede repercutir sobre la salud de las personas que consumen los alimentos así producidos.
Deberíamos plantearnos la acuicultura en general y su repercusión sobre el ecosistema de la zona donde se lleva a cabo, deberíamos plantearnos la ganadería intensiva, el efecto de los residuos avícolas en el medioambiente, los purines…
Deberíamos plantearnos la sostenibilidad de un modelo alimentario basado en la proteína animal y su incidencia en la salud.
Deberíamos plantearnos la potenciación de la proteína vegetal como fuente de proteínas de nuestra dieta a través de alimentos como las legumbres.
Deberíamos plantearnos la educación de los más pequeños/as hacia el consumo de los diferentes tipos de alimentos, tanto en el comedor escolar como con la comida que les ofrecemos en casa; debería haber una continuidad entre ambos espacios y que los niños/as valoren los diferentes sabores (no nos quedemos con el pescado con sabor neutro, con precocinados de pescado que saben todos igual, etc.), y que se les enseñe a comer un pescado en el que pueda aparecer alguna espina.
Aunque personalmente pienso que muchos alimentos, que además están enfocados a la alimentación infantil, como productos procesados con una altísima cantidad de azúcar, refrescos, grasas trans, aceite de palma… no deberían estar en el mercado, creo que centrarnos en la prohibición de alimentos es un tema complicado; estos alimentos están y seguirán estando en los lineales de muchos supermercados y mostradores de tiendas porque cumplen los requisitos legales de la UE y, nos parezcan mejores o peores, (y tengámoslo claro, si están en el mercado es que se venden) deberíamos valorar nuestra forma de consumo y de elección de los alimentos que forman parte de nuestra dieta, para así educar a los niños/as en un consumo responsable, saludable y sostenible.