Jueves, 26 de noviembre 2020
En el Día Mundial del Olivo, publicamos este artículo de Luisa Andrea Solano en el que se repasan cuales son los aspectos a considerar del #AOV y #AOVE respecto a la salud y a los efectos positivos de su consumo. Con ello, la autora hace una reivindicación relativa a la clasificación en el sistema de etiquetado frontal Nutri-Score que, a su entender, debería clasificar estos productos con una ‘A’, en lugar de la ‘C’ que se les ha asignado.
Recientemente hemos sido testigos de una importante campaña de promoción de nuestros productos agroalimentarios por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y Alimentos España bajo el slogan ‘Somos el país más rico del mundo’, y de la Interprofesional del Aceite de Oliva con la frase “No sabemos lo que tenemos”, destacando la riqueza y variedad de alimentos que componen nuestro estilo y patrón mediterráneo de alimentación. Dentro de estos alimentos, destaca el aceite de oliva virgen extra.
España a nivel internacional se sitúa en el primer lugar en superficie y producción de aceite de oliva. Según datos del anuario Alimentación en España 2020 (Mercasa), su producción representa aproximadamente el 65% de producción de la Unión Europea (UE) y el 25% de la global; además en el año natural 2019, según los datos de la Dirección General de Aduanas, España exportó 1.077.213 millones de toneladas de aceite de oliva. El AOVE (aceite de oliva virgen extra) y el AOV (aceite de oliva virgen) tienen una importante relevancia a nivel económico y social, pero también sobre la salud de la población.
Efectos positivos del consumo de aceite de oliva virgen extra
La razón que explica el placer de comer saludable en el AOVE o el AOV radica en su composición nutricional. Destaca su contenido energético a base de una composición de ácidos grasos principalmente monoinsaturados, representados por el ácido oleico (omega-9), el cual tiene propiedades cardiosaludables (es decir, contribuye a mantener los niveles del colesterol HDL en rangos de normalidad), además de contar con una muy interesante composición de componentes tales como: escualeno, luteína, beta-carotenos, tocoferoles, compuestos fenólicos y otros constituyentes menores (tirosol, hidroxitirosol, oleocantal, oleuropeína, etc.), que representan el 1-2%.
Todos estos componentes pueden contribuir potencialmente al mantenimiento de la salud por sus actividades biológicas y propiedades funcionales beneficiosas, como la antiinflamatoria, reguladora de la microbiota intestinal, antioxidante, antibacteriana, hipoglucemiante o anticancerígena, entre otras. De hecho, la propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) aprueba como propiedad saludable “los polifenoles del aceite de oliva, que contribuyen a la protección de los lípidos de la sangre frente al daño oxidativo”, y que está autorizado por las autoridades europeas bajo el amparo del Reglamento (UE) 432/2012 referente al contenido de compuestos fenólicos. El consumo regular del AOVE/AOV contribuye a la prevención de enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus y algunos tipos de cánceres.
La investigación ha permitido conocer los efectos positivos que ejercen componentes del AOVE/AOV como la oleaceína, un secoiridoide presente en la oliva y que posee interesantes actividades antioxidantes y antiinflamatorias, lo que sugiere su potencial aplicación para tratar trastornos neuro inflamatorios y neurodegenerativos como por ejemplo la esclerosis múltiple o alzheimer entre otras (figura 1).
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Usos del aceite de oliva
Desde el punto de vista culinario, en frituras, el aceite de oliva es un aceite de referencia por su composición; es decir, el alto contenido en ácido oleico (70% a 80%), compuestos fenólicos, tocoferol y su elevada temperatura de humo (200ºC-210ºC) son factores que explican su estabilidad oxidativa. Así mismo, su consumo en crudo se recomienda tanto para disfrutar de la experiencia sensorial que implica al involucrar los sentidos del gusto, olfato y vista, como por los efectos saludables. Sus principales antioxidantes representados por los fenoles hidrófilos son compuestos de gran relevancia para disfrutar de su calidad en cuanto a sus intrínsecas características sensoriales, como amargor, frutado y pungencia.
Junto con estos aspectos, es un alimento único por sus atributos sensoriales referentes a aromas frutados y herbáceos derivados de la oliva, el amargor equilibrado por la presencia de oleuropeína junto a esa elegante sensación táctil percibida en el paso en boca como es la pungencia, aspectos claves que explican su persistencia, equilibrio e intensidad en sus exquisitos matices.
España cuenta con 29 denominaciones de origen para AOVE con 260 variedades diferentes como: Picual, Hojiblanca, Changlot Real, Manzanilla Cacereña, Cornicabra, Royal, Matihuela, Lechín de Sevilla, Picudo, Cerezuela, Empeltre, Acebuche, Blanqueta, etc. representando una amplia variedad de matices que lo convierte en un aliado gastronómico clave en una alimentación saludable, funcional, bioactiva y deliciosa.
Debería ser una ‘A’ en el etiquetado frontal Nutri-Score
Por todo lo expuesto, el AOVE y AOV no debería ser clasificado en el etiquetado frontal Nutri-Score como C (color amarillo, calidad intermedia). esta clasificación solo considera el aspecto energético y aporte en ácidos grasos saturados, omitiendo el análisis bajo el prisma de matriz alimentaria que contiene además vitaminas, carotenoides, ácidos grasos monoinsaturados y componentes minoritarios que le otorgan un perfil saludable, y gastronómicamente atractivo. Además, el AOVE y AOV cuenta con propiedades saludables reconocidas por la EFSA, y su composición nutricional lo hace un referente en términos de salud y un aceite ‘incomparable’ con cualquier otro como girasol, girasol alto oleico, coco, nuez o colza.
Como vemos en la Figura 2, esta clasificación ‘C’ representa una incongruencia, ya que el AOVE y AOV tiene una calidad nutricional muy superior comparada con cualquier otro aceite y sus efectos saludables cuentan con respaldo científico que avala una mejor clasificación, es decir, A. Con ello se alcanzaría el objetivo de este etiquetado, que es que los consumidores puedan elegir la opción más saludable.
El MAPA ha comunicado que este sistema de etiquetado frontal se implantará en alimentos compuestos por más de un ingrediente. Por ello no es aplicable a la leche, la miel o los huevos… ni al aceite. Sin embargo, vemos que, en el caso del aceite, esto no se está aplicando.
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Tal como está establecido hoy el sistema Nutri-Score, el consumidor tendrá que elegir entre un AOVE/AOV y un aceite de semilla, sobre los cuales se ha establecido una igualdad en la calidad (Nutri-Score C). Siendo el consumidor tan sensible al precio, elegirá el de menor coste, ya que pensará que está pagando por una misma calidad menos dinero, siendo una situación que va en detrimento del objetivo de elegir la opción más saludable e incrementar su consumo en la población española.
El patrimonio mediterráneo de alimentación unido a otros factores ha permitido que España se sitúe como el segundo país del mundo con mayor esperanza de vida y su aceite de oliva virgen extra es uno de los grandes protagonistas de este bien inmaterial de la humanidad, así que no permitamos confusiones con el etiquetado.