Miércoles, 01 de marzo 2017
La comisión de la OMS para acabar con la obesidad infantil, presentó el año pasado el informe final de un proyecto que se desarrolló durante dos años y cuyo objetivo es hacer frente a los alarmantes niveles de obesidad infantil y el sobrepeso a nivel mundial. Ante los alarmantes datos (más de 41 millones de niños menores de cinco años son obesos), la comisión plasmó en su informe una serie de recomendaciones dirigidas a gobiernos e instituciones, que os recordamos a continuación.
La obesidad infantil está tomando proporciones alarmantes en muchos países y supone un problema
grave que se debe abordar con urgencia. En los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas en 2015, la prevención y el control de las enfermedades no trasmisibles se consideran prioridades básicas.
Entre los factores de riesgo para las enfermedades no transmisibles, la obesidad suscita especial preocupación, pues puede anular muchos de los benefcios sanitarios que han contribuido a la mejora de la esperanza de vida.
La prevalencia de la obesidad
entre los lactantes, los niños y
los adolescentes va en aumento
en todo el mundo. Si bien en
algunos entornos las tasas se han estabilizado, en cifras absolutas
hay más niños con sobrepeso y obesidad en los países de ingresos bajos y medianos que en los países de ingresos altos. La obesidad puede afectar a la salud inmediata de los niños, al nivel educativo que puede alcanzar y a la calidad de vida. Los niños con obesidad tienen muchas probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y corren el riesgo de sufrir enfermedades crónicas.
Los progresos en la lucha contra la obesidad infantil han sido lentos e irregulares. En 2014 se estableció la ‘Comisión para acabar con la obesidad infantil’ (ECHO, por sus siglas en inglés, Commission on Ending Childhood Obesity) a fin de
que examinara los mandatos y estrategias existentes y los ampliara para resolver carencias. Tras mantener consultas con más de cien estados miembros de la OMS, la comisión elaboró un conjunto de recomendaciones para combatir con eficacia la obesidad en la infancia y la adolescencia en diferentes contextos mundiales.
Muchos niños crecen actualmente
en un entorno obesogénico que favorece el aumento de peso
y la obesidad. El desequilibrio energético se debe a los cambios
en el tipo de alimentos y en su disponibilidad, asequibilidad y comercialización, así como al descenso en la actividad física,
pues se ha incrementado el tiempo dedicado a actividades de recreo sedentarias y que suponen estar
ante una pantalla. Las respuestas conductuales y biológicas de un niño ante un entorno obesogénico pueden estar determinadas por procesos anteriores incluso a su nacimiento, lo que empuja a un número cada vez mayor de niños hacia la obesidad si siguen una dieta malsana y realizan poca actividad física.
Ninguna intervención por sí misma puede frenar la creciente epidemia de obesidad. Para combatir la obesidad en la infancia y la adolescencia es necesario examinar el contexto ambiental y los tres periodos cruciales del curso de
vida: la pregestación y el embarazo; la lactancia y la primera infancia; y los años posteriores de la infancia
y la adolescencia. Además, es importante tratar a los niños que ya son obesos, por su propio bienestar y por el de sus descendientes. Además, la prevención y el tratamiento de
la obesidad exige un enfoque en el que participen todas las instancias gubernamentales y en el que las políticas de todos los sectores tengan en cuenta sistemáticamente la salud, eviten los efectos sanitarios nocivos y, por tanto, mejoren la salud de la población y la equidad en el ámbito sanitario.
Los seis consejos de la comisión
La situación es especialmente preocupante en los países en vías de desarrollo: en 2014, el 48% de todos los niños obesos y con sobrepeso vivían en Asia, y el 25% en África. Para revertir la tendencia al alza de la obesidad infantil, el informe ECHO propone a los gobiernos seis recomendaciones.
1– Promover la ingesta de alimentos sanos: es necesario capacitar a la población para que escoja productos más sanos en su alimentación y la de los lactantes y niños pequeños. Esto no es posible a menos que los conocimientos básicos de nutrición estén al alcance de todos y se ofrezcan de manera útil, fácil de entender y accesible a toda la sociedad.
Por otra parte, según el informe, los alimentos procesados, de alto contenido calórico y bajo valor nutricional y las bebidas azucaradas, con porciones de tamaño cada vez mayor y a precios asequibles, han sustituido a los alimentos frescos sometidos a una mínima elaboración y al agua en muchos entornos escolares y en las comidas en familia. Por ello la OMS, entre otras medidas, recomienda establecer el polémico impuesto sobre las bebidas azucaradas y reducir la exposición de los niños y los adolescentes a la promoción e influencia de los alimentos malsanos.
2– Establecer programas integrales que promuevan la actividad física. Según los datos, el 81% de los adolescentes no alcanza los 60 minutos diarios de ejercicio físico. Para ello la OMS urge a implementar programas integrales que promuevan la actividad física y reduzcan las conductas sedentarias en niños y adolescentes. La actividad física puede reducir el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer, y mejorar la capacidad de los niños de aprender, así como su salud mental y bienestar.
3– Promover entornos escolares saludables y aportar conocimientos básicos en materia de salud, nutrición y actividad física en niños y adolescentes en edad escolar. La comisión recomienda establecer normas para las comidas que se ofrecen en las escuelas, o para los alimentos
y las bebidas que se venden en ellas, que cumplan las directrices sobre una nutrición sana; eliminar en entornos escolares el suministro o la venta de alimentos malsanos, como
las bebidas azucaradas y los alimentos de alto contenido calórico y bajo valor nutricional; garantizar el acceso a agua potable en las escuelas y los centros deportivos; exigir que se incluyan actividades educativas sobre nutrición y salud en el plan de estudios básico en las escuelas; ofrecer clases sobre preparación de alimentos a los niños, sus progenitores y cuidadores; o incluir en el plan de estudios de las escuelas una educación física de calidad y ofrecer personal
e instalaciones adecuadas y pertinentes a tal efecto.
4– Mejorar la dieta en la primera infancia. Proporcionar orientación y apoyo sobre las buenas prácticas de salud en la infancia basadas en tres aspectos: una dieta saludable, dormir bien y desarrollar actividades físicas. Los investigadores animan a promover estas prácticas para asegurar que los niños crezcan adecuadamente y desarrollen hábitos saludables.
Entre las recomendaciones de los expertos destacan: la promoción de la lactancia materna; limitar el consumo de alimentos ricos en grasas, azúcar y sal; y asegurar la disponibilidad de alimentos saludables y programas de actividad física en las guarderías.
5– Ofrecer a niños y jóvenes con
obesidad servicios para el control del peso corporal. La OMS recomienda preparar y poner en marcha servicios adecuados para
el control del peso dirigidos
a niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad que reúnan diversos componentes (en concreto nutrición, actividad física y apoyo psicosocial), se centren en la familia y corran a cargo de equipos integrados por varios profesionales con formación y recursos adecuados, como parte de la cobertura sanitaria universal.
6– Atención pregestacional y prenatal. La atención que las mujeres
reciben antes, durante y después
del embarazo tiene repercusiones profundas para el desarrollo y
la salud posteriores de sus hijos.
Los datos científicos muestran que
la desnutrición materna (ya sea
de tipo general o por carencia de nutrientes específicos), el sobrepeso o la obesidad materna, el aumento de peso excesivo durante el embarazo, la hiperglucemia materna (incluida la diabetes gestacional), el hábito de fumar o la exposición a productos tóxicos son factores que pueden aumentan la probabilidad de padecer obesidad durante el primer año de vida y a lo largo de la niñez.
Por todo ello, la comisión recomienda, entre otras cosas, hacer hincapié en la importancia de una nutrición adecuada antes y durante la gestación en las orientaciones y los consejos dirigidos a las futuras madres y padres; supervisar y controlar el aumento de peso durante la gestación para que sea adecuado; y diagnosticar y tratar
la hiperglucemia y la hipertensión durante la gestación.
– Descarga completa del informe de la comisión.